Recuerdo inmortal para los hinchas leprosos. El primer campeonato de su historia tras aquel golazo de Mario Zanabria en el último partido, ante Rosario Central en su vieja cancha.
Mario Zanabria pintó un cuadro inmune al paso del tiempo. Su zurdazo se clavó en el ángulo del arco que defendía Biassutto. Faltaban nueve minutos para el final del partido, Newell’s le empataba 2 a 2 a Rosario Central en el viejo estadio de Arroyito y concretaba, con ese gol, el primer campeonato de su historia.
UN COMIENZO ENTRE DUDAS
Fue creciendo en silencio. De menor a mayor, como mejor les sienta a los campeones. El arranque de campeonato no inspiró grandes ilusiones. En la primera fecha, los de Montes igualaron sin goles ante Ferro en el Parque. Cayeron con Colón en Santa Fe (3-2) y empataron con Boca una semana después. La primera victoria llegó en La Plata frente a Estudiantes (1-0); y en el interzonal de la 5ta llegó el clásico de la ciudad. Newell’s derrotó a Central 4 a 2 como local y ese triunfo le dio impulso para posicionarse en su zona.
Luego de ese inicio dubitativo, el equipo se mantuvo en los puestos de arriba. En la antepenúltima fecha de la zona B, sin embargo, la derrota ante Argentinos Juniors por 3 a 1 en La Paternal generó pánico entre los hinchas. En la última jornada, ante San Lorenzo, Rocha puso el 2-1 sobre el final del partido. El pase al cuadrangular fue angustioso y agónico.
El Metropolitano del 74 se definió por medio de un cuadrangular. La zona A la ganó Rosario Central, un punto por encima de su escolta, Huracán. El otro cuadro lo lideró Newell’s , seguido por Boca que tuvo que desempatar ese segundo puesto con Ferro. A pesar del bautismo de gloria, aquel equipo de la Lepra será recordado por el juego vistoso y la elegancia del toque. Zanabria, el cerebro del equipo, estaba rodeado por otros baluartes como Cucurucho Santamaría, Alfredo Obberti – uno de los máximos goleadores de la historia del club – y Juan Ramón Rocha.
El 25 de mayo, el equipo que dirigía Juan Carlos Montes consiguió su primer triunfo en el cuadrangular, frente a Huracán (3-2) en la cancha de Rosario Central. El Canalla, el mismo día, venció a Boca 3 a 1 en el Parque de la Independencia. En la segunda fecha el panorama se aclaró a favor de los de camiseta roja y negra. Vencieron a Boca por 1 a 0 en Parque Patricios – noche inmejorable del arquero Carrasco- y la caída de Central ante Huracán, también 1 a 0, en la Bombonera, los posicionó a las puertas de la primera vuelta olímpica.
Por sorteo se determinó el estadio de Central como escenario de ese partido final. Rosario se detuvo en el tiempo; la brecha de colores que divide a la ciudad se agrandó durante esas horas previas. Unos, ante la oportunidad de inaugurar sus vitrinas y vengarse de la vieja herida abierta en la semifinal del 71. Los otros, a la espera de un triunfo para forzar un desempate. La tarde del 2 de junio de 1974 es un rotograbado impreso para siempre en el corazón de los hinchas leprosos. Porque el rival eterno les ganaba, cómodamente, 2 a 0. Les ahogaba el sueño de gritar campeón. Los sacudía otra vez en el barro áspero de la derrota. Algunos pocos minutos antes de terminar el primer tiempo, Arias había puesto el 1 a 0, de penal. Y Carlos Aimar aumentó a los 24 del segundo tiempo. Un minuto después descontó Capurro y a nueve del final Zanabria empató el partido.
Toda esa euforia debió ser reprimida. Los hinchas de Central, cuando faltaban dos minutos, invadieron el campo de juego y desataron una batalla campal. Hubo corridas y golpes, hubo incertidumbre y amargura por la fiesta empañada. Dos días más tarde la AFA dio el partido por terminado y la Lepra gritó campeón.
Integraron el plantel leproso del torneo Metropolitano 74 los arqueros Alberto Enrique Carrasco Santos, Valentín Omar Bargas y Eduardo Raúl Quinto Pagés, y los jugadores Andrés Orlando Rebottaro, José Luis Pavoni, Armando Rafael Capurro, Alberto Federico Barril, Carlos Alberto Picerni, José Orlando Berta, Mario Nicasio Zanabria, Santiago Santamaría, Alfredo Domingo Obberti, Juan Ramón Rocha, Sergio Robles, Pastor Osvaldo Barreiro, Armando Andrés Garrido, Arsenio Julio Ribeca, Oscar Antonio Coullery, José Luis Giusti, Jorge Alberto Francisco Valdano, Daniel Horacio Marangoni, Carlos Alberto Scolari, Manuel Rosendo Magán, Waldemar Eduardo Nicoletti, Hugo Daniel Promanzio, Daniel Antonio Sperandío.
Síntesis del partido final:
Newell´s: Carrasco; Rebottaro, Pavoni, Capurro, Barreiro; Picerni, Berta, Zanabria; Santamaría, Obberti (Ribecca) y Rocha (Magán). DT: Juan Carlos Montes.
Rosario Central: Biasutto; González, Arias, Cornero, Burgos; Aimar, Solari, Zavagno; Bóveda, Roberto Cabral y Carril. DT: Carlos Timoteo Griguol.
Vuelta olimpica y festejos:
El 30 de agosto se empieza a gestar el segundo título local de Newell’s. El equipo rosarino gana, además de un campeonato, el reconocimiento y respeto por el buen fútbol que muestra. “El que no lo disfrutó, no entiende de grandeza”, cuenta José Yudica, su entrenador.
Compuesto íntegramente por jugadores surgidos de la cantera del club, como Gerardo “Tata” Martino, Juan Manuel Llop y Abel Balbo, con la vuelta de Roque Alfaro, Víctor Ramos y Sergio Almirón, que le aportaron experiencia al plantel, y conducido por José Yudica, los leprosos lograron entrar en la historia del fútbol argentino e hicieron que ese plantel sea recordado como uno de los mejores.
“No recuerdo otro equipo que juegue como ése, más allá de que cambiaron los tiempos, teníamos una idea muy clara”, recuera con una sonrisa nostálgica Juan Manuel Llop, parte fundamental del mediocampo del conjunto “rojinegro”.
Newell’s logró convertir 68 goles en 38 partidos jugados, con goleadas inolvidables como el 5 a 1 y 4 a 0 a Boca, el 6 a 1 a Vélez, 3 a 1 a Racing, 6 a 1 a Independiente y también obtuvo dos victorias frente a River por 2 a 1 y 2 a 0. “De local, equipo que venía le metíamos tres o cuatro goles, era un equipo bárbaro” contó Jorge Theiler, pilar de la defensa campeona.
Ramos, uno de los que regresó en ese campeonato al club, confesó que nunca va a olvidar lo vivido ese año: “Para mí fue un halago porque además me convertí en el máximo goleador de Ñewell’s en toda la historia, así que fue por partida doble”.
En un torneo muy duro, San Lorenzo lo presionó de cerca hasta el final y fue el único equipo al que no le pudo convertir goles en ninguno de los dos partidos. Sin embargo, Yudica se las arregló para comandar el grupo de manera que no hubiese distracciones y sólo utilizó 16 jugadores, todos formados en las divisiones inferiores. “José (Yudica) nos fue llevando de a poco, partido a partido, no nos daba tiempo para ponernos a pensar en otra cosa que no sea ganar”, aseguró Llop y remarcó el enorme mérito del técnico por la obtención del título.
Otro de los pilares de ese gran equipo fue Abel Balbo, delantero potente y goleador que tenía como cábala ponerse una pulserita de color por cada gol que hacía. Para el final del campeonato lucía en su brazo izquierdo nueve pulseras multicolores que logró conseguirlas en los últimos 13 paridos. Yudica y el actual técnico del Barcelona, Tata Martino, lo recuerdan de la mejor manera. “Balbo tuvo una participación decisiva en los últimos partidos, era distinto”, lo elogió el Tata mientras que su entrenador admitió que “ni bien lo vi ya sabía lo que iba a ser”.
El 21 de mayo de 1988 Newell´s se coronó campeón del fútbol argentino por segunda vez con nada menos que un 6 A 1 frente a Independiente dos fechas antes del final. “Una estrella más para un enorme club”, “un motivo de festejo para hinchas, jugadores y cuerpo técnico”, “un año inolvidable” y muchos otros títulos le pusieron sus protagonistas, pero algo en lo que coincidieron todos fue en lo bien que jugaban a la pelota.
El plantel estuvo integrado por Norberto Hugo Scoponi (38), Fabián Armando Basualdo (38), Miguel Ángel Fullana (11), Jorge Remigio Pautasso (36), Roberto Néstor Sensini (38), Arnaldo Adolfo Sialle (1), Jorge Walter Theiler (38), Roque Raúl Alfaro (38), Juan Manuel Llop (38), Gerardo Daniel Martino (36), Juan José Rossi (38), Sergio Omar Almirón (34), Ariel Osvaldo Cozzoni (8), Abel Eduardo Balbo (23), Gustavo Abel Dezotti (37), Víctor Rogelio Ramos (21). Director técnico, José Yudica. *Entre paréntesis la cantidad de encuentros disputados por el jugador a lo largo del torneo.
El primer torneo de Marcelo Bielsa como director técnico del club rosarino llega con gloria, en un plantel con nombres que, con el correr del tiempo, se convierten en ídolos y quedan en la historia de la institución. El Loco empieza con una nueva escuela.
Bielsa tuvo el desafío de estar al frente de un equipo que no afrontaba una buena situación pero que dos temporadas atrás, de la mano del entrenador José Yudica, se había proclamado campeón del campeonato de 1987/1988, con un equipo que estaba conformado íntegramente por jugadores de las inferiores que también tendrían participación en el Apertura de 1990. En los primeros partidos del torneo se pudo determinar la principal diferencia entre un equipo y el otro: la intensidad ofensiva. Bielsa proponía ataques directos y punzantes, mientras que Yudica pregonaba la circulación del balón y más pausa de tres cuartos de cancha en adelante. ¿Una similitud? Los dos se vistieron de campeones y están en la memoria del pueblo leproso.
No fue un campeón de punta a punta aquel Newell´s del 90, fue un equipo que arrancó de menor a mayor en cuanto a su rendimiento, que alcanzó el liderazgoa del torneo en la fecha 13 y obtuvo el título en la última jornada. Ganó 11 partidos, empató seis y perdió dos (ambos de local), consiguiendo un total de 28 puntos ya que en ese momento cada victoria merecía dos unidades; marcó 30 goles y recibió 13, no perdió en condición de visitante y en 16 de las 19 fechas presentó el mismo equipo titular: Norberto Scoponi; Julio Saldaña, Fernando Gamboa, Mauricio Pochettino, Eduardo Berizzo; Darío Franco, Juan Manuel Llop, Gerardo Martino; Julio Zamora, Cristian Ruffini y Ariel Boldrini.
“La clave para obtener el título fue el compromiso por conseguir el objetivo, sostenido con un argumento futbolístico muy sólido”, explicó Cristian Ruffini, goleador de aquel equipo con siete tantos, en referencia al porqué de la consagración. Ese argumento se basó en la intensidad del juego, presionando lo más cerca del arco rival para tomar el balón en el menor tiempo posible. Una muestra de lo que Bielsa pensaba para que sus jugadores lo desarrollen dentro del campo de juego. Ruffini describió cómo era “El Loco” Bielsa en su primer experiencia como técnico de primera: “Ya en esa época era un entrenador detallista, muy trabajador y con un gran conocimiento. Un estudioso del fútbol”.
Gerardo Martino habló en una nota realizada por El Gráfico en diciembre de 1990, sobre el director técnico: “No conocía a Bielsa y me sorprendió. La cualidad fundamental es que se trata de un tipo muy inteligente y trabajador”. También se animó a decir que a pesar de su corta carrera como entrenador, iba a ser uno de los técnicos más exitosos del país. En aquella edición de la revista, Bielsa también habló sobre ellos y dijo acerca de Martino: “Lo máximo. Un jugador extraordinario. Ahora corre como los otros, pero sabe el triple. Sería injusto que nosotros nos quedemos con la gloria porque su despliegue se ha multiplicado; yo jerarquizo su actitud”. Para el punto de vista de Bielsa, Ruffini era dueño de una pegada extraordinaria y una capacidad física notable.
Pasaron partidos ganados, empatados y perdidos por ese Newell’s pero una de las victorias más recordadas por los hinchas leprosos llegó en la octava fecha, cuando visitaron a Rosario Central. Fernando Gamboa puso el 1 a 0 el equipo rojinegro, luego amplió la ventaja Julio Zamora para el 2-0 y, en el último minuto del primer tiempo, David Bisconti descontó de tiro libre para El Canalla. En el complemento, Ruffini puso el 3-1, otra vez apareció Bisconti, mediante la misma vía que el primer gol, para acortar la diferencia a un solo gol, Lorenzo Sáez colocó el cuarto gol a favor de La Lepra y, en el final del encuentro, nuevamente Bisconti convirtió para Central para estampar el resultado final. Newell´s venció como visitante a su eterno rival 4 a 3 y cortó una racha de 10 años sin vencerlo en dicha condición.
“Después de ganarle a Boca, nos dimos cuenta de que estábamos para ser campeones”, afirmó el goleador de aquel Newell´s, Cristian Ruffini. El partido contra el Xeneize tuvo lugar en la fecha 17 con la pelea por el título definida entre dos equipos: Newell’s y River, que dirigía Daniel Passarella. “El Negro” Gamboa anotó el único tanto del partido con el que Newell’s le ganó a Boca por 1 a 0. En la fecha siguiente, el conjunto rosarino venció 2-0 a Estudiantes de La Plata en El Coloso del Parque y así llegó a la última jornada con un punto de ventaja sobre River.
San Lorenzo era el rival y el escenario la cancha de Ferrocarril Oeste. Cuando el marcador seguía sin modificaciones en Caballito, Cristian Ruffini apareció con un tiro libre ejecutado de zurda que se coló en el ángulo superior izquierdo del arquero Rubén Ruíz Díaz para poner en ventaja al equipo rosarino. “Sin dudas que ese gol fue el que más grité en mi carrera porque en ese partido nos consagramos campeones”, admitió Ruffini. Para el conjunto de Boedo empató Flavio Zandoná y el encuentro finalizó 1 a 1. Una vez concluido el juego, los jugadores y el cuerpo técnico de Newell’s estuvo atento a lo que se oía en la radio, ya que River no había terminado su partido ante Vélez Sarsfield. Las buenas noticias llegaron desde Núñez, donde el conjunto de Liniers le ganó 2-1 a los dirigidos por Passarella y de esa manera Newell’s se proclamó campeón del Apertura 1990. “¡Como sufrí! Estaba desesperado, encima la radio decía a cada rato Fillol esto, Fillol lo otro”, manifestó Martino sobre la espera del resultado que lo consagrase campeón. En los festejos, un grito quedó grabado para siempre en la familia leprosa: “Newell’s carajo”, firma Marcelo Bielsa.
El 9 de julio de 1991 está marcado en los calendarios de los hinchas de Newell’s como el día que dieron el gran golpe de su historia y se consagraron campeones en la cancha de Boca.
Esa tarde, y luego de una intensa lluvia, se definía el campeón de la temporada en la que el “Xeneize”, campeón del Clausura 1991, recibía a los rosarinos, que lograron el título del Apertura 1990.
En la ida en Rosario –el encuentro se jugó en el Gigante de Arroyito-, el local se impuso por 1 a 0, con gol de Eduardo Berizzo.
La primera ovación de la jornada se la llevó el árbitro Francisco “Pancho” Lamolina, que con un paraguas en mano salió a verificar el estado del campo de juego y con sus gestos –confirmado la disputa del encuentro- animó al público que colmó la Bombonera.
Ambos equipos llegaban a este duelo con bajas importantes en sus formaciones. En Boca, no estaban las grandes figuras que lo llevaron al título: Gabriel Batistuta y Diego Latorre que habían sido convocados por Alfio Basile para disputar la Copa América con la selección.
Por eso, los dirigentes “xeneizes” decidieron la contratación de Gerardo “La Vieja” Reinoso y el brasileño Gaúcho, provenientes de River Plate y Flamengo de Río de Janeiro, respectivamente.
En Newell´s, en tanto, por el mismo motivo no estuvieron presentes el defensor Fernando Gamboa y el volante Darío Franco, pero el club no realizó ninguna incorporación a pesar de la autorización de la AFA.
En un terreno de juego muy afectado por la lluvia, con charcos y mucho barro, el “Xeneize” con la obligación de conseguir un gol dominó el encuentro sin claridad pero con oportunidades de gol para igualar la contienda.
Faltando 10 minutos, Reinoso anotó el tanto que llevó la definición al alargue. Allí, lo más destacado fueron las expulsiones de Juan Simón y Cristian Domizzi por agresión mutua.
En los penales, Newell’s iba a terminar de lograr su hazaña. El arquero Norberto Scoponi atajó el primer remate de la serie a Alfredo Graciani y Berizzo puso en ventaja al rojinegro.
Scoponi contuvo también el disparo de Claudio Rodríguez; Juan Manuel Llop marcó el 2-0; Blas Giunta anotó el primer penal para Boca; Julio Zamora señaló el 3-1 y el tiro de Walter Pico se estrelló en el travesaño, para el delirio de los hinchas rosarinos que celebraron el tercer título de la historia profesional del club.
Síntesis del partido:
Boca Juniors 1 (1): Carlos Fernando Navarro Montoya; Diego Soñora, Juan Simón, Enrique Hrabina y Carlos Moya (70’ Antonio Apud); Blas Armando Giunta, Walter Reinaldo Pico, Gerardo Reinoso y Carlos Daniel Tapia; Alfredo Graciani y Gaúcho (79’ Claudio Rodríguez). DT: Óscar Washington Tabárez.
Newell’s Old Boys 0 (3): Norberto Hugo Scoponi; Juan Manuel Llop, Fabián Garfagnoli, Mauricio Pochettino y Miguel Ángel Fullana; Eduardo Berizzo, Julio César Saldaña, Gerardo Martino (39’ Juan Carlos Roldán) y Julio Zamora; Ariel Cozzoni (91’ Ariel Boldrini) y Cristian Domizzi. DT: Marcelo Alberto Bielsa.
Gol: 82’ Reinoso.
Cancha: Boca Juniors.
Árbitro: Francisco Lamolina.
Expulsados: 45’ Marcelo Bielsa (DT de NOB), 10’ t. s. Simón (B. J.) y Cristian Domizzi (NOB) por agresión mutua. Antes de comenzar el segundo tiempo de la prórroga fueron expulsados Raúl Donsanti y Carlos Picerni (ayudantes de campo de NOB).
Definición por penales: Para Newell´s anotaron Berizzo, Llop y Zamora, en tanto que para Boca convirtió Giunta. Scoponi (NOB) detuvo los remates de Graciani y Rodríguez (B. J.), mientras que Pico (B. J.) estrelló su disparo en el travesaño.
A mediados de 1990, luego de entrenar a las divisiones menores del equipo, Marcelo Bielsa asumió la dirección técnica de Newell’s. De inmediato impuso su presencia en el banco rojinegro: ganó el Apertura 1990 y derrotó a Boca Juniors (campeón del Clausura 1991) para coronarse campeón de la temporada, la última de torneos largos en Argentina. El ‘Loco’ imprimió su sello al equipo: cuando tenía la pelota, todos los jugadores iban al ataque, y cuando perdían la posesión, todos iban a defender.
En lo que duró la campaña de 1992, Newell’s disputó la maratónica cifra de 35 partidos y el equipo dio pelea en ambos torneos. El equipo base lo conformaron Norberto Scoponi, Julio Saldaña, Fernando Gamboa, Juan Manuel Llop, Mauricio Pochettino, Alfredo Berti, Eduardo Berizzo, Gerardo Martino, Cristian “Pájaro” Domizzi, Ricardo Lunari y el paraguayo Alfredo Mendoza.
La campaña en el Clausura comenzó con un triunfo (2-0) en casa ante Quilmes. En los partidos siguientes, mantuvo el arco invicto: empató 0-0 contra Unión en Santa Fe, venció 1-0 en el clásico a Rosario Central (con gol de Domizzi), y también venció por la mínima a Racing en Avellaneda y a Gimnasia La Plata en el Coloso del Parque.
Aunque su arco perdió el invicto, en la sexta fecha consiguió una gran victoria (1-3) sobre Belgrano en Córdoba. Luego de un empate 2-2, en casa, ante Vélez, Newell’s venció a domicilio a Ferro (0-1) y cedió dos empates seguidos, ante Deportivo Español (0-0) y Mandiyú (1-1), seguidos de una victoria por 2-1 ante Huracán.
El punto de quiebre de la campaña fue el histórico 0-5 que le propinó a River Plate en el Monumental de Núñez. El encuentro es recordado por el estricto arbitraje de Javier Castrilli, que expulsó a cuatro jugadores de River en su propio estadio (uno de los muchos arbitrajes que explican por qué el ‘Sheriff’ era tan odiado por los equipos ‘grandes’) y por los cinco goles que consiguió ‘La Lepra’ en el segundo tiempo: anotaron Berti, Gamboa, Lunari (2) y Tudor.
A la fecha siguiente, fue a la Bombonera y sacó un empate 1-1 contra Boca (gol de Mendoza) y, en su tercer partido consecutivo ante un grande argentino, venció 1-0 a Independiente.
En la fecha 15, Newell’s perdió su único partido: presentó un equipo sin varios titulares, pues tenía en mira la primera final de la Copa, y perdió por 1-0 frente a Estudiantes en La Plata. A la fecha siguiente, inmediatamente después de perder la final, el equipo se recuperó brillantemente y goleó 0-3 a San Lorenzo en cancha de Ferro; luego, en partido pendiente por la fecha 16, doblegó 2-0 a Talleres y quedó con la primera opción para ser campeón ante su público: sin embargo, en la penúltima fecha, apenas arañó un empate sin goles ante Argentinos Juniors.
En la última fecha, la mesa estaba servida para los rosarinos. Tras el empate 0-0 de Deportivo Español (el único equipo que los podía alcanzar) ante Racing, el 5 de julio Newell’s visitó a Platense. Un autogol de Llop, a poco de terminar el primer tiempo, adelantó al local; pero Newell’s, con un golazo de Lunari a falta de diez minutos puso el 1-1 que le dio el título.
De la mano del ”Tolo” Américo Rubén Gallego, Newell’s Old Boys se coronaba campeón del Torneo Apertura 2004, desplegando un futbol quizá no muy vistoso pero intenso y efectivo, registrando 36 puntos. Aquel equipo mezclaba la experiencia de un tal Ariel Ortega, de Rubén Capria, de Ariel Zapata y de Julián Maidana con la sangre de los jóvenes Ignacio Scocco, Sebastián Domínguez, Guillermo Marino y Iván Borghello.
La campaña comenzó con un 0-1 ante Vélez en Rosario, quien sería su principal contrincante en la lucha por el título. Luego obtuvo dos victorias ante Rosario Central y Huracán de Tres Arroyos que devolvieron la confianza depositada en el Tolo y sus muchachos.
Sin embargo, dos empates consecutivos ante Colon como visitante y Banfield como local comenzaban a impacientar a la gente, que reclamaba más protagonismo en el campeonato, reclamos que, se irían disipando luego de las victorias ante Argentinos en La Paternal, e Instituto y Estudiantes en el parque, con el 2-2 en el medio ante River de visitante, que depositaban al equipo en el lote de los de arriba y dando que hablar. Luego de un magro empate ante Arsenal, el equipo se recuperó entre semana con dos victorias como local: ante Racing y Quilmes.
Más tarde, derrota en José Ingenieros frente Almagro y empate en 0 de local frente a Lanús que ponían en un manto de duda al rendimiento del equipo, que se recuperó en el Nuevo Gasómetro ante el Ciclón (2-1) pero que dejó escapar 2 puntos nuevamente de local ante el débil Olimpo. Había que ir a la Bombonera y ganar. Y se ganó, 3 a 1 ante un Boca muleto con una actuación soberbia del pibe Borghello. Finalmente, llegaría el desenlace.
El partido contra Gimnasia en el parque iba a ser bisagra, ya que la lepra se aseguraba el primer puesto venciendo al lobo por 2 a 0 con un golazo de ”PlayStation” de Marino y Belluschi de cabeza. ”Que vamo’ a salir campeones, que vamo’ a salir campeon!” deliraba la mitad rojinegra de Rosario. Llegaba la última fecha, en Avellaneda, contra Independiente.
En la semana había sospechas sobre el partido, que si se arreglaba, que si salían 1 a 1 y todos contentos. Lo cierto es que, Newell’s salió campeón y la pelota no se manchó. 2 a 0 venció el rojo en una cancha colmada de camisetas rojinegras. Oficialmente 40.000 almas se movilizaron hasta la capital para gritar campeón. Cancha de Independiente, Obelisco y avenidas. Rosario, por una tarde, se mudó a Buenos Aires.
Así será recordado el equipo del Tolo, que durante el campeonato sufrió, gritó y trabajó, y al final terminó llorando de alegría ante la sexta corona del conjunto del parque. Equipo que quedará inmortalizado así, 11 pibes con muchos ”huevos” dirigidos bajo la batuta del burrito
La Lepra ganó el Torneo Final 2013 de punta a punta. El entrenador Gerardo Martino y un grupo de futbolistas del riñón del club fueron los puntales de una destacada campaña. Es el séptimo título local que alcanza el equipo rosarino en su historia.
El fútbol argentino, que no suele ser lógico ni justo, consagró al mejor equipo del campeonato. Newell’s, al margen de las explicaciones técnicas, ganó porque fue superior al resto, porque ideó un proyecto que sostuvo en el tiempo y porque lo ejecutó en consecuencia. Con Gerardo Martino a la cabeza y un puñado de jugadores del club que regresaron de Europa cuando el equipo miraba de cerca la tabla de los promedios, la Lepra sumó su sexto título local con un nivel futbolístico elogiable.
Paradojas de nuestro fútbol: el nuevo campeón es de Rosario pero festeja desde Chaco por lo que pasó en La Plata. Lanús, que completó su partido ante Estudiantes en el Estadio Único, no pudo revertir el 0-2 y los jugadores de Newell´s recibieron la noticia del resultado que los consagraba en un hotel chaqueño, en el que esperaban el choque por Copa Argentina ante Talleres de Córdoba. El destino, parece, se ensañó con Martino que aseguró hace unos días que este fútbol argentino no soportaba más su propia desorganización.
El camino del Newell’s campeón no arrancó en la primera fecha del Torneo Final, sino en diciembre de 2011, cuando Martino asumió como técnico en reemplazo de Diego Cagna. El equipo estaba comprometido con el descenso pero el Tata confió en el poderío de sus dirigidos, a los que les propuso una idea revolucionaria: ser protagonistas todos los partidos, animarse al juego corto y buscar permanentemente la salida desde el fondo. “Si vamos a salir jugando, vamos a salir jugando siempre, no podemos hacer todos los partidos una cosa distinta”, aseguraba el entrenador frente al plantel. Rápidamente prendió el mensaje, y el eco llegó hasta Europa. Maxi Rodríguez, Gabriel Heinze e Ignacio Scocco volvieron al primer amor.
Los regresos le dieron al plantel de Newell’s un salto de calidad por línea. Heinze reforzó la defensa, Maxi Rodríguez aportó su experiencia desde el medio hacia arriba y Scocco, la gran incógnita por su inmediato pasado en el fútbol árabe, fue el goleador del equipo, el arquitecto de los resultados leprosos. El Tata ya se había encargado del resto, dándoles confianza a Nahuel Guzmán, Santiago Vergini, Lucas Bernardi y compañía. Newell’s, tras dos torneos muy buenos, estaba listo para consagrarse, y Martino no tenía problemas en divulgar la ruta que elegirían: “Necesitamos posesión, atacar, poner siempre mucha gente en el campo rival y asumir los riegos, quiero que los defensores miren para atras y haya cuarenta metros entre ellos y el arquero”.
La campaña en el Torneo Final fue perfecta. La Lepra ganó doce partidos, empató dos y perdió cuatro. Es el campeón cuando aún resta jugarse una jornada, y con un promedio de gol muy superior al del resto de los equipos (40 tantos en 18 fechas). Un dato a tener en cuenta es que a pesar de contar en sus filas con Scocco, son trece los jugadores que convirtieron para los campeones a lo largo del semestre.
Sin embargo el gran triunfo del equipo se abstrae de los números, y su mejor legado es la consagración de una idea, que no es ni más ni menos que la exaltación de los valores tradicionales del fútbol argentino. “Ganar es una necesidad para lograr el convencimiento, pero de ninguna manera debemos renunciar a un estilo”, repetía Martino, que armó a Newell’s y lo sacó campeón para demostrar implícitamente que se puede volver a las fuentes y lograr resultados exitosos, aún sirviéndose de una romántica concepción del juego que Argentina se empeña en dejar de lado.
El campeón del fútbol argentino no sólo es el que más puntos sumó, sino que también es el mejor de todos por su nivel. Newell’s fue un oasis en la mediocridad. Su consagración es lógica y justa. Y eso es para celebrar.
LAS CLAVES DEL CAMPEÓN:
El goleador
Ignacio Scocco es el máximo anotador de Newell’s en el Torneo Final: suma once. Además, desde su regreso acumula 36 goles en 42 partidos.
Campeón récord
Newell’s convirtió 40 goles en el campeonato, más que en cualquier otro equipo de la Lepra en un torneo corto.
Equipo titular
Nahuel Guzmán; Marcos Cáceres, Santiago Vergini, Gabriel Heinze, Milton Casco; Pablo Pérez, Lucas Bernardi, Rinaldo Cruzado; Martín Tonso, Ignacio Scocco, Maxi Rodríguez.
Resto del plantel
Sebastián Peratta, Víctor López, Horacio Orzán, Diego Mateo, Hernán Villalba, Víctor Figueroa, Maxi Urruti, Guillermo Ortíz, Carlos Torres, Eugenio Isnaldo, Gabriel Hachen, Lorenzo Faravelli, Fabián Muñoz.