Un partido que muchos esperaban desde hace mucho. Con sabores representativos que estaban faltando como la presión y la recuperación rápida en la mitad de la cancha para luego desplegar a sus extremos y desdoblar al rival. Sin hacer tanto hincapié en la posesión fundamentalista y pergeñando otra estrategia y forma de jugar.
En los últimos dos partidos Newells no tenía claro que debía defender más y no salir tan adelante cuando el medio y sus defensores centrales no cuentan con gran velocidad. Con lo cual en el retroceso se dificulta, y más si Palacios y Pancho Gonzales no te hacen la banda como lo hicieron. Ese fue un gran secreto comulgado con Pablito Perez que fue el termómetro del medio.
Moreno jugó metiendo y dando pases limpios como lo fue en el gol de Palacios a los 9’ del ST. No se torció encandilado y perdido sobre el sector izquierdo. Como consecuencia en ese lugar se desempeñó Panchito que sin lugar a dudas debería haber arrancado de titular desde el primer partido. Ese puesto es pura y exclusivamente de él.
No caben dudas que el mediocampo fue el amperímetro del triunfo, más allá de que en verdad lo fue el equipo. Sostuvieron una idea, confiaron en ella, y el sistema lució como el canto del pájaro ruiseñor. Hubo algunas desatenciones, contras desperdiciadas, y tal vez un Nacho Scocco que no hace pié con su precisión en la definición sinónimo de Mouser. Pero, de mantener este mismo equipo y no cambiar absolutamente nada, todo se corrige.
Macagno debe ser el dueño del arco rojinegro. Demostró estar firme. Y, en caso de buscar a un refuerzo, debería ser un 2 o un 9. Nacho necesita un compañero que lo exija y si falta Fontanini o Gentilleti hay serios problemas.
Esto que pasó el sábado con la Lepra, que goleó 4 a 2 de visitante, es un gran avance hacia un escalón más para coronar. Un gran partido del equipo pero, lúcido, haciendo retoques, Frank jugó al ajedrez y protagonizó una gran partida con su colega contrincante. Esta vez el partido fue contundentemente y fehacientemente, en mayor porcentaje, ganado por Kudelka.
Imanol Gallego Fosco