Pases cortos hacia un lado y otro. Prolijidad con la pelota. Oficio para retenerla. Pablo Pérez demostró esas cualidades en su regreso oficial a Newell’s. En el partido que significó el inicio del tercer ciclo con la camiseta rojinegra, no resultó determinante en el juego del equipo para ser más agresivo. Sí contribuyó para tener claridad en la mitad de cancha. Hay tiempo para mejorar. Recién empieza esta nueva etapa en la lepra y aún debe insertarse al juego del equipo.
Arrancó de volante por derecha, reemplazando a Mauro Formica, ausente con una pubalgia. Cuando la tuvo, buscó a un compañero cerca para entregarla. En el primer tiempo, lo buscó varias veces a Nadalín, que subía por el costado. Aunque no consiguió meter ningún pase entre líneas. Trató de asociarse con Maxi cuando el capitán se corría hacia el medio.
En el retroceso no estuvo tan activo ni tuvo mucha participación en la contención por la banda, a cuyas espaldas Lanús fue peligroso.
Si la atención estaba puesta en si le mostraban alguna tarjeta, teniendo en cuenta que en su último partido, en Independiente, fue expulsado, no entró nunca en ningún roce ni acción fuerte. Un dato extra. Julián Fernández no fue amonestado tampoco y sigue con 9 amarillas, por lo que podrá estar la fecha que viene ante Colón.
Pablo Pérez no deslumbró, pero dejó en claro que sabe manejar la pelota, los tiempos, los espacios y aparte dónde ubicarse para ser útil.
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