Newell’s se ha convertido en una fábrica de jugadores que se venden y triunfan pero también vuelven a dar una mano y cumplir su promesa.
No hace falta ponerles vuelos sanitarios. Los ex del Leproso vuelven solos. El caso de Newell’s es un fenómeno particular que obedece a un sentido de pertenencia con el club y la ciudad casi invencible.
Tarde o temprano la raíz tira. Y encima sintiéndose bien y jugado poco como estaba, se agilizaron los tiempos. Será su tercer retorno. Como quien vuelve a la casita de los viejos a descansar después de tanto andar.
Un trotamundos Scocco, jugó en México, Brasil, Arabia, Inglaterra y Grecia. Y si bien es cierto que no en todos lados anduvo bien ni duro demasiado, si es verdad que con continuidad siempre ha demostrado ser un gran delantero.
En el equipo rosario tuvo tres etapas donde además de ser campeón sumó casi 80 goles.
Lo espera ni más ni menos que Maxi Rodríguez, una fiera que también ha sabido pegar la vuelta y sigue jugando con casi 40 y un estado físico privilegiado. Como si al llegar a profesionales y consagrarse con sus queridos colores, se juramentaran viajar, triunfar, asegurarse el futuro de sus seres queridos, pero al final volver, sí o sí volver.
Experimentar eso que ya hizo Heinze que había jugado casi nada antes de irse al Valladolid y después a los mejores clubes del mundo; Lucas Bernardi, poniendo en juego tanto prestigio obtenido en Francia, o el propio Pablo Pérez, con un nombre importante, hace nada. Porque eso también deben evaluar a la hora de la repatriación. En un país como el nuestro, hay muy pocos que se salven del examen constante. Las figuras se juegan la chapa en cada córner.
Será por eso que Messi lo piensa pero dicen, solo como una posibilidad lejana. El club donde jugó Diego sueña con Lionel, y algo los une. Uno jugó apenas un puñado de partidos y pasó rápido a otro historia, dejando el sello, pero rápido. El otro solo hizo inferiores. Apenas algún tiempo siendo chico, muy chico.
Rosario, ciudad hermosa, hoy acuciada por los problemas económicos y todo lo que trae la marginalidad, sigue siendo el hogar de los que soñaron volver para ayudar, como Tata Martino en su momento. No hay almanaques ni crónicas policiales que los detengan. Porque Rosario es una forma de vivir, me cuentan.
Volver a River o Boca es fácil. Lo hace cualquiera, aun cuando no hayan salido del club. Con las promesas de un contrato extraordinario, repercusión y tremendo apoyo popular, la cosa no permite dudarlo demasiado. Pero Newell’s no es justamente lo que se dice una garantía de confianza. En su momento lo manejó López que actuaba como si fuera Rosas, y hoy está judicializado y cuentan hasta la última moneda que entra y sale.
Existen, sin embargo, algunos que han podido escapar de esa añoranza. Acaso por la decisión de europeizarse como Pocchettino, o al menos hacer carrera firme en el extranjero como Berizzo. Aunque el ejemplo saliente es Leo Ponzio. Ídolo y referente del conjunto de Gallardo que plantó bandera y se quedó en Núñez. Debe ser fuerte estar en todas las menciones de un equipo que ha ganado tanto. Igual pienso que un día cuando largue todo, se va a subir a un tractor y desaparecerá en el medio del campo. Y no será más ni de River ni de Newell’s. Pero sí Ignacio Scocco, que decide ser completamente feliz en la última etapa de su carrera. Y lo felicito.
Fuente-TyC Sports
