A pesar de nuestro gen argentino donde el extremismo nos impide pensar como seres racionales, donde lo mucho nos parece poco y lo poco tiene siempre una tendencia a exagerar todo, hoy no me quiero despertar.
Mientras se acomodan nuestros pensamientos y nuestras ideas forman fila para poder entrar al lugar donde tus recuerdos gambetean la realidad con la fantasía, y deseo que esto sea tan solo un mal sueño, un caño a la tristeza.
Creo que recién hoy a muchos nos cayó la ficha al saber que es cierto, es verdad, nos rompieron los recuerdos a trompadas por entender que esto es real, si Diego, me gambeteaste la alegría con el último gol, el que le hiciste a los Leprosos en la red del corazón.
Cuanto nos diste Campeón, chorrea el amor en torno a tu presencia, hemos mamado tu calidad, tu guapeza, tu incondicional amor por la celeste y blanca, te adueñaste de la alegría de todos los argentinos, y hoy Diego, ¿Cómo hago para acordarme de vos y no ahogar mi amor con lágrimas de extrañarte?
Te veo en tu último viaje y mi alma me dice abrazalo, apretalo bien fuerte, que no sea cierto, que no se vaya, pero la puta madre, si solo puedo volver a llorar…
Pero si fue ayer que la paraste de pecho, que te peleabas con todos, que le ponías todos los huevos con la de la selección, pero me dejaste, ¿Y ahora a quien le van a rogar mis ojos las ganas de vestirse de amor al fútbol, de soñar con tu rojinegra, fuiste nuestro, fuiste de todos los que saben alentar, si, saben alentar por un recuerdo que siga siendo el abanderado de nuestra esperanza, para que podamos recobrar la alegría que hoy mi Argentina necesita.
Diego, siempre, siempre estarás volviendo…
EL Beto