El museo de Messi es Disney. Un futbolero pagaría para dar un paseo por ese sector exclusivo en su casa en Castelldefels. Tiene camisetas de todos los personajes. Está plagado de modelos de números 10 que él usó en la selección. Hay una de Valencia con el nombre de Pablo Aimar, su ídolo de chico. Otra de su amigo el Kun Agüero en el City. Está la de Di María, aunque sea blanca y del Real Madrid. Y hasta una de Pinola en Rosario Central… Hay seis Balones de Oro y 54 pelotas —muchas dedicadas— por los días que ha hecho tres goles. Se repiten las medallas. Y las réplicas de las Champions que ganó. Allí estaba bien guardada —sin que se filtrara en ninguna foto o video— la camiseta que Maradona usó en Newell’s en el 93. Lo recordó Messi el sábado por la noche —como confiesan desde su círculo íntimo— cuando decidió su homenaje personal a Diego.
Él fue su gran inspiración. Es más, cuando Leo gambeteaba apenado por sus problemas de crecimiento, un día el médico que lo trataba lo arengó con una frase que le quedó marcada: “Vos vas a ser más alto que Maradona”. Al final lo pasó por 5 centímetros… Leo igual nunca buscó competirle ni mucho menos. Lo admiró siempre y hace tiempo estaba preocupado por la salud de Maradona. Por eso agarró ese viejo modelo de los días que miraba a Newell’s como hincha con su papá. Decidió usarla debajo de la camiseta del Barcelona. Debía hacer un gol para mostrarla mirando el cielo…
Puede leerse como un gesto maradoniano ponerse una camiseta Adidas cuando su equipo —donde se quedó porque le cerraron la puerta— usa Nike. Pero iba más allá de cualquier marketing, incluidas las marcas Yamaha y Zanella. La camiseta de Newell’s la usó Diego pero no fue un regalo directo de Diego. De hecho no se sabe exactamente cuántas originales hay porque Maradona jugó apenas 5 partidos oficiales y dos amistosos. Aún cuando —a su estilo— se haya declarado Leproso.
No le importó a Messi que un juez que no entendió nada le mostrara la tarjeta amarilla. Hasta lo miró con cierta compasión. El mundo sabe que está en el reglamento castigar a quien se saque la camiseta en un festejo. El mundo que tiene corazón también sabe que se nos fue Maradona, Maestro… Como hubiera dicho Diego: se le escapó la tortuga.
Leo y Diego fueron jugador y entrenador en el Mundial 2010. Sudáfrica era el país para la película soñada del hincha argentino. Messi, con la 10 de Argentina adentro de la cancha; Maradona, con la 10 debajo del traje gris en el banco de suplentes. Allí, en Pretoria, tenían una casa para los días libres en el mismo barrio cerrado. Leo iba a ese lugar a visitar a sus tres hermanos (Rodrigo, Matías y María Sol) y en ese momento a su novia Antonela. Y detrás, Diego visitaba a Verónica Ojeda, su pareja en esos días. A Claudia, Dalma y Gianinna las visitaba en otro lado. En ese barrio, una tarde fría, le hice una entrevista a Messi. Fue la única vez que abrió las puertas de su intimidad en el Mundial. Había empezado muy bien en la primera ronda y se lo agradecía a Maradona. “En las Eliminatorias no era yo. Por eso ahora me cambió la cara. Gracias a Diego estoy como estoy —blanqueó—. Gracias a él y a mis compañeros. Tuve muchas charlas. Diego me bancó y me hizo ver las cosas de otra manera. Me dijo que él iba a estar siempre. Y que lo único que esperaba era que yo fuera yo mismo. Que no le diera bola a lo que se dijera. Que fuera feliz. Que hiciera lo mismo que en el Barcelona”. En España habían tenido una charla cara a cara en la previa del Mundial. Leo venía en un gran nivel. Diego entonces lo motivó al estilo maradoniano. “Vos estás jugando un fulbito con Jesús”, le dijo. Una frase que suena más fuerte hoy que Diego juega ese partido.
Más adelante se encontró con Messi en el equipo. Leo debutó contra Francia, en febrero del 2009, en el 2 a 0 con un gol de Jonás Gutiérrez y otro suyo. Justo cuando Riquelme se empezaba a quedar afuera de esa Selección. En la previa de ese partido Diego hizo algo muy especial con Leo. Lo contó el Profe Signorini: “En un momento, Lionel puso la pelota mirando hacia el arco, un poco sobre la izquierda y cuando le pegó, su remate se fue lejos, por arriba del ángulo de la mano derecha de Juan Pablo Carrizo… Se fastidió y enfiló hacia el vestuario. Ahí Diego actuó como un profesor con un alumno. ‘Leíto, Leíto, vení papá. Poné la pelota acá y escuchame bien: no le saques tan rápido el pie a la pelota, porque si no ella no sabe lo vos querés’. Diego la acarició con la zurda y la clavó en el ángulo, inflando la red ante la mirada de admiración de Messi”. Así le enseñó a perfeccionar la técnica en el tiro libre. Diego le dejaba otro legado a Messi.
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