“No puedo decir que voy a volver a Newell’s pero me encantaría y siempre lo dije: ojalá pueda ser así, que pueda jugar en Newell’s, que es lo que soñé de chiquito”. Lionel Messi
Hoy estas en la cima de tu vida profesional, lugar reservado tan solo para una selecta minoría en este mundo sensacionalista donde los expertos en ver la mugre del ser humano, donde se opera a corazón abierto sin importar sus consecuencias, pero supiste blindarte desde tus raíces familiares y las vivas células para alcanzar el rango de ser una buena persona, un buen ser humano, de ser un buen pibe.
Todavía recuerdo tus primeros espasmos reconvertidos en risas cómplices, guiños desfachatados cuando te relacionaban con el club de tus amores, la institución que parió tus primeras rabonas, los colores de tu corazón, los del te amo para toda la vida.
Siguen replicando en mis oídos tus primeras declaraciones que desnudaban tus verdaderos sentimientos por Newell’s, siempre respetando al club donde hoy estas, pero el tiempo te desgarró el alma aflorando el rojo y negro por tus venas, y como siempre me decía la leprosa de mi abuela, “Podrás tener muchas mujeres a tu lado pero amor como el de tu vieja no habrá ninguno igual”.
Hoy estas triste, el peso de tus responsabilidades mas de una vez te fuerzan a agachar la cabeza, y si, no sos Leo, el del potrero, tan solo sos un estuche vacío en un cuerpo de crack.
Tu homenaje a la partida del Diego, creo no equivocarme si digo que fue una explosión de rebeldía donde trajiste de la mano a ese Lio de Malvinas para que te ayudara a expresar todo el respeto y amor por Maradona, también por Newell’s, porque tranquilamente podrías haber encarnado este sentido reconocimiento con la camiseta Argentina o dejar la del Barcelona, Diego también las vistió, pero no, elegiste la rojinegra, la única camiseta que le enseñó la inocencia, la amistad, no te importó nada, tan solo Maradona y Newell’s, fuiste como aquella persona que se ahoga en las tempestades de la tristeza, pediste a gritos volver a su infancia, tu potrero, a la seguridad y la alegría de tu Newell’s.
Pibe, hoy con mis sesenta años y entrando en la recta final de mi vida solo atesoro en mi corazón los momentos de felicidad que Dios me ha permitido guardar, porque sin la tranquilidad de tu alma de nada sirve todo lo material que merecidamente has resguardado, pero siempre tu alegría cotizará mucho más, esos momentos en que tenias el amor de tu familia, tus amigos, el resguardo de Newell’s. Por eso Leo vos te lo mereces, ya pasó el tiempo de lo material, llegó la hora de los sentimiento, la hora que recuperes la alegría del que supiste ser y volver a bañarte en la desfachatez del potrero, aférrate a tu alegría, guarda lo que puedas sentir, como dice esa mujer de amor usar, “Y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír. Puedes creer, puedes soñar y no apures el camino, al fin todo llegará cada luz, cada mañana, todo espera en su lugar…”
EL Beto