El 13 de septiembre de 2013, Diego Armando Maradona revolucionó Newell’s y toda la ciudad. El máximo ídolo en la historia del fútbol argentino decidió volver al país y eligió el parque Independencia como nuevo amparo en su vuelo eterno. El Diez tuvo una escala terrenal y se puso la camiseta rojinegra, un gesto que conmovió al pueblo leproso, que llenó su estadio para presenciar la primera práctica del crack junto al plantel que dirigía Jorge Solari.
Esa postal ya conforma parte vital del ADN del hincha rojinegro. Es mucho más que folclore. Es la aparición de Newell’s en la vida y el corazón de Diego Maradona, probablemente el deportista más destacado de toda la historia argentina. Un nombre sagrado en la pasión del culto futbolero.
Aquel 13 de septiembre de 1993 fue lunes, aunque pareció más domingo que nunca. El estadio estaba abarrotado desde varias horas antes, como en sus jornadas más gloriosas, pero esta vez sólo para ver un entrenamiento. Fue un recibimiento multitudinario, idílico, extraordinario.
Ese día, Maradona entrenó por la mañana en los bosques de Palermo. Después estuvo en el programa Hola Susana, con Sergio Goycochea y Julia Zenko. Luego llegó en avión privado a la ciudad y en el aeropuerto lo esperaban más de 600 hinchas. Muchos medios locales transmitieron su traslado en micro al estadio. A las 17 arribó al Parque. Fue directo al vestuario y allí saludó a jugadores, al cuerpo técnico y a los dirigentes. Algo más de 40 minutos después, Diego Maradona salió por la manga y recibió una estruendosa ovación mientras el plantel lo escoltaba. Los jugadores lo levantaron por el aire y Solari explotaba de felicidad, con los brazos en alto y una sonrisa iluminada. Todos los que estuvieron ahí sabían que estaban escribiendo en primera persona una página imborrable de la historia rojinegra.
Diego Maradona dio una especie de vuelta olímpica y agradecía a cada sector del estadio. Flaco como nunca, magnético como siempre. Fue una conmovedora demostración de afecto tejida alrededor del “Maradooo, Maradooo…”, que emanaba de las tribunas. Así, Diego le puso magia a un lunes inolvidable. Un rato más tarde, Solari armó cinco canchas con dos equipos de cuatro jugadores cada uno. Diego estuvo con Scoponi, Llop y Martino. Y después pasó por todas las formaciones para que los hinchas puedan disfrutarlo.
En el cierre de la práctica, hubo un picado informal de 30 minutos y Maradona se mostró en buenas condiciones, a pesar de sus tres meses de inactividad. Ese primer equipo alistó a Scoponi; Garfagnoli, Gallucci, Castagno Suárez y Escudero; Berti, Llop, Martino y Maradona; Gabrich y Mendoza. Fue 1 a 0 con gol de cabeza de Gabrich. Luego se desarrolló la presentación oficial en el estadio cubierto, con la rojinegra a flor de piel. Ese fue el inicio de un nuevo romance. El Dios del fútbol cayó del cielo y el pueblo leproso lo recibió hace 27 años con los brazos abiertos.
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