En un comienzo, la lesión lo frustró. Pero se recompuso de inmediato. Trató de no pensar que tardaría más de lo pensado jugar en Newell’s, sin haber estado un minuto adentro de una cancha desde el retorno al club en febrero pasado. Franco Escobar ya se recuperó por completo de la fractura del quinto metatarsiano del pie izquierdo, que obligó a una intervención quirúrgica, y entrena sin descanso. “Quiero demostrar que volvió otro jugador del que le tocó irse”, dijo el defensor, de 26 años, cedido a préstamo hasta diciembre por Atlanta United, el club donde continuó su carrera a partir de 2017 tras jugar en la lepra. La campaña rojinegra, los cambios de entrenador, el dolor de la derrota en el clásico y la vida por fuera del fútbol son los temas que abordó en la charla con Ovación.
¿Cómo atravesaste esta etapa de recuperación?
Con frustración al principio de la lesión. Fue inesperado, muy pronto de mi llegada al club. Pero lo asimilé rápido. Traté de estar tranquilo y enfocarme en la rehabilitación. Lo positivo es que se solidificó bien el hueso y nunca tuve que frenar la rehabilitación. La recuperación completa la tuve en la semana previa al último partido por la Copa Sudamericana. Los chicos entraron en vacaciones y yo seguí yendo al club para no perder ritmo. La reserva arrancó el martes pasado y me preguntaron si quería entrenar con ellos. Ya lo había pensado, para volver a estar en contacto físico con otros jugadores. Eso me sirvió para ganar cinco días de entrenamiento antes de comenzar con la primera.
¿Apareció el temor acerca de cómo respondería el pie?
Venía haciendo trabajos con pelota, pero en forma individual, sin contacto con otros. Cuando hicimos el reducido con la reserva, al principio no quería clavar el pie. En la primera pelota que toqué hice el mismo movimiento que cuando me lesioné y me preocupé. Pero en los días siguientes, con los entrenamientos te sacás esa idea de la cabeza, no pensás en la lesión. El sábado hicimos fútbol y me sentí muy bien. Ya estoy en condiciones para jugar. Físicamente estoy bien. Falta que agarre ritmo con la pelota, que es lo que espero lograr en la pretemporada.
Después de la operación publicaste un mensaje en Instagram con un saludo irónico para los que decían que te lesionaste en un picado con amigos, ¿te molestó lo que se decía?
Hay gente que inventa. Algunos se dejan llevar por cómo viene el equipo y llega un momento en el que le empiezan a caer a todo el mundo, jueguen o no. Llegué a escuchar que se decía que yo llegué lesionado. Lo aclaré porque me había jodido lo que se decía. Si hubiese sido en un picado, me callo la boca y me la aguanto. Sería un desagradecido con la gente que me trajo si yo hubiera hecho algo así. En general, la gente de Newell’s me apoyó.
Antes las críticas eran solo de la tribuna o de algún hincha que te cruzabas por la calle, pero hoy tenés las redes sociales.
Y son las 24 horas. De chico me fijaba más seguido lo que se publicaba, especialmente cuando no me salían las cosas. Pero lo fui dejando de lado, porque la pasás mal estando pendiente de lo que dicen de vos. Cualquiera puede decir cualquier cosa. Pero el argentino vive eso desde chico, sabe que es así y tampoco sorprende.
¿Habías estado tanto tiempo sin jugar por lesión?
En Atlanta United tuve dos lesiones seguidas. En la primera, un arquero me chocó con los puños en la cabeza y tuvo una contusión. Estuve casi un mes sin jugar. El día que volví, otro arquero me dio un rodillazo a la altura del riñón y permanecí otro mes afuera. Y en 2019, una fractura de clavícula me sacó un mes y medio. La del pie fue la lesión más extensa.
¿Cómo esperás la vuelta a una cancha?
Imagino la vuelta desde febrero cuando regresé al club. Trato de no ser impaciente, como estaba cuando llegué. Lo que pasó me hizo calmar un poco. Quiero demostrar que volvió otro jugador del que le tocó irse. Es una lástima porque venía con mucho ritmo y continuidad en Atlanta United y creía que iba a aportar mi granito en este gran plantel que tiene Newell’s, algo de lo que no tengo dudas aunque no nos haya ido bien.
Te referiste a la continuidad y Lucas Bernardi, hoy gerente deportivo, fue el que te hizo jugar seguido en tus comienzos, ¿estuvieron conversando?
Me lo crucé en Bella Vista el viernes que hicimos los testeos. Tengo una buena relación con Lucas, fue mi compañero y entrenador. Siempre tuvimos contacto, incluso cuando no tenía nada que ver con Newell’s.
¿Sufriste mirando los partidos desde afuera?
Es muy difícil. Y más cuando nos tocaba de local y yo iba al Coloso. En los últimos partidos estaba desesperado. Quería encontrarme bien y combatir desde adentro con mis compañeros. Es complicado, porque yo llegué con la ilusión de jugar.
¿Analizabas situaciones del juego, imaginándote que hubieses hecho algo distinto?
Verlo desde afuera, sentado, tranquilo, es muy diferente. Encontrás todos los espacios, sabés dónde tenés que ir. Adentro también ves todo eso, pero tenés segundos para decidir. Quizás estás viendo el mismo pase que imagina el de afuera, pero un mal control o un desvío te cambia un poco la jugada y terminás perdiendo la pelota.
Llegaste a Newell’s, poco después se fue Frank Kudelka y apareció Germán Burgos, con otra idea. Adaptarse a esos cambios no debió ser sencillo en tan poco tiempo.
Es complicado porque al final nunca terminás teniendo una identidad. Newell’s tiene todo para pelear y entrar en copas internacionales, pero lo que no está encontrando es ese proyecto deportivo, no ahora sino desde hace años. Pienso que en Newell’s se están haciendo las cosas bien, por más que en lo deportivo no terminamos de la mejor manera. Se está en la búsqueda de ese proyecto que posicione al club adonde debe estar. Y hay que bancarlo, porque en Argentina no tenés tiempo si las cosas no salen bien. Por eso creo que Lucas (Bernardi) será muy importante en esa faceta, como lo fue Seba (Peratta), en desarrollar ese proyecto deportivo. Cuando estaba el Tata (Martino), en inferiores jugábamos todos como lo hacía la primera. Ya sabías cómo jugar, teníamos una idea base, sin dejar de aprender más cosas a medida que vas creciendo.
Hablaste de un estilo definido y Burgos los hacía jugar con tres zagueros, algo que no sé si muchos de ustedes estaban acostumbrados.
No creo que haya variado tanto en cuanto a la formación, al esquema táctico, porque todo es muy variable. Durante un partido terminás defendiendo con tres, cuatro o cinco. En Atlanta, con el Tata, teníamos tres formaciones y durante el partido las iba cambiando dependiendo del juego o del rival. Está bueno tener esas variantes de esquema. Pero aplicarlas lleva su tiempo. Un ejemplo claro es Defensa y Justicia, que viene haciendo las cosas bien desde hace años. Tuvieron entrenadores con ideas similares y no cambiaron por un mal resultado. Newell’s supo tener un estilo de juego que todos reconocían, como tenían los equipo de Bielsa, que es un técnico al que sigo mucho, los del Tata (Martino) o los del Tolo (Gallego).
¿Cuál fue el golpe más duro, la derrota en el clásico, la eliminación en la Copa Argentina o quedar afuera en la Sudamericana?
Perder un clásico es duro y repercute mucho. Duele. Pero más que la derrota fue cómo se perdió. Estábamos con la confianza de hacer un mejor partido y no fue así. Al menos es la sensación que me quedó desde afuera. Siempre que perdés un clásico te vas enojado, pero esa sensación varía según cómo fue que perdiste.
Cuando aparecen esos momentos malos, ¿con quiénes buscás contención?
La familia, los amigos más cercanos y los propios compañeros. Te rodeás de la gente que realmente te quiere, pase lo que pase. Te refugiás en ellos y salís un poco del mundo del fútbol y de ese mal momento que estás atravesando.
¿Dejás de hablar de fútbol?
Depende. Si estoy con mi papá, constantemente hablamos de fútbol. Me da su opinión, de cómo me vio, a veces estoy de acuerdo y otras no (risas). Mi mamá prefiere no hacerlo. Y con algunos amigos también hablo de fútbol.
¿Mirás fútbol por TV?
Si hay partidos trato de mirarlos. Me gusta mucho. Me gusta ver los equipos de Bielsa, me parecen interesantes. Sabés que cada vez que juegan va a pasar algo interesante. Sigo a los equipo de Guardiola, a Real Madrid. Sabés que con esos equipos no vas a perder una hora y media de tu vida.
¿Seguís dispuesto a jugar en cualquiera de los dos puestos que lo venías haciendo, de marcador de punta o de zaguero?
Para mí es lo mismo. Después de jugar en los dos puestos, me adapto a cualquiera. Al principio, si me preguntaban decía que estaba más cómodo de central, quizás porque tuve que ir conociendo el puesto de lateral prácticamente jugando ya en primera. Pero fui aprendiendo con la experiencia, mirando partidos, el movimiento de los jugadores. Me resulta indistinto donde me ubiquen.
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