Newell’s fue un equipo totalmente despegado de las expectativas previas. Un equipo armado que puede pelear grandes cosas, hace un papelón ante un Talleres desarmado y con pibes.
La única llegada clave de la Lepra estuvo en los pies de Nacho y luego frente al rebote del arquero la Fiera. ¡No hubo más llegadas! Sí del equipo contrario que amenazó bastante. Y, no frente a llegadas solamente. Sino que adelantó líneas, pobló el medio con marcas ásperas, hachando la iniciativa del pase limpio de Pablo y la recepción de la Fiera, Palacios y Nacho que ademas siempre jugaron de espaldas, lo cual es “inaudito”.
La defensa se mostró débil pero no tanto por sus propios errores sino por no tener contención y acompañamientos de los volantes. Algo que debía estar claro como el agua de manantial, quedó expuesto a semejanzas del petróleo.
Sin habilidad de asombro y preocupación Frank Kudelka prefirió mantener mucho tiempo en cancha a los intocables e indiscutidos. Por supuesto que los son. Pero, si las papas ajenas queman, a veces hay que ser flexible y adaptar en el momento un cambio táctico. En el empate de la Lepra parecía un partido para ensuciar el medio con algún cambio y salir de contra. Algo mínimo Frank tenía que hacer. Talleres simplemente hizo lo “simple”. Marcas rencias y específicas para determinados jugadores. Correr y morder todo el tiempo. Y, confiar en sus delanteros.
Un equipo tan trabajado como Newells no debe cometer el iluso error de no saber que no puede ni debe correr detrás de la pelota como lo hizo todo el mediocampo. Parece que Fran Kudelka entró con las ideas confiscadas. Además, sabiendo que el equipo estaba ahogado.
El hincha espera con convicción que esto cambie así tenga q sacar algún ladero porque el escudo está por encima de todos. Igual, a la Lepra se la sigue alentando, porque en las malas no conoce de fisuras ni de tempestad.
Imanol Gallego Fosco