Cambiar para que nada cambie

Algunos de los intérpretes elegidos por Gabriel Heinze fallaron en la noche de Santiago del Estero. Es que debieron cumplir funciones en las que sus virtudes se opacan y resaltan los defectos. Jherson Mosquera en la zaga, Armando Méndez de lateral-volante y Marcos Portillo de mediocampista central fueron los que peor la pasaron en los sitios en los que se movieron.

La ubicación de Jherson Mosquera en la línea de tres zagueros expuso aún más que lo habitual los inconvenientes que tiene para la marca. Le costó defender ante Besozzi. Y, jugando allí, contenido, no pudo sacar a relucir las condiciones que tiene para proyectarse con pelota al pie. La idea de que juegue y se quede en el banco Gustavo Velázquez, que es zaguero, no resultó.

La aparición de Méndez de lateral-volante por derecha tampoco dio sus frutos. La potencia con la que llega partiendo desde más atrás es un recurso que no pudo explotar en esta otra posición. No sorprendió y el equipo se quedó sin llegada por la banda derecha.

Otro que la pasó mal fue Portillo. Tuvo que sacrificarse de volante central. Es cierto también que Heinze tenía solamente para el puesto al pibe Tomás Pérez, de 17 años.

Portillo sufrió el partido y una vez más se sintió la falta de Juan Sforza, que encima no hay seguridad de que vaya a estar contra Independiente por un golpe en el muslo.

El formato del equipo mejoró cuando Heinze introdujo cambios en la segunda etapa y retornó al 4-3-3 de costumbre. No le sirvió para empatar, pero al menos insinuó otra cosa y corrigió los defectos que tuvo durante el primer tiempo.

Fuente-ovacion03

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