Juan Manuel Llop quedó en el bronce del reconocimiento como una de las insignias del esfuerzo en el Newell’s de los 90’, que también afrontaba el desafío de la doble competencia. Fue un volante central temperamental, un patrullero incansable que siempre imponía condiciones en la mitad de la cancha y que nunca se quería perder ningún partido. No importaba lo apretado de la agenda. Por entrega, grabó su nombre a fuego en la memoria del hincha leproso y desde su actualidad analizó cómo se deben afrontar estas situaciones, ahora que al equipo de Heinze se le vienen partidos clave (viernes ante Argentinos por la liga y martes ante Santos, fundamental por la Copa) y el Gringo ya advirtió del desgaste. El pasado más glorioso y el presente bajo la lupa del Chocho.
“En este momento, hay que estar muy cerca del futbolista y su estado emocional es determinante”, destacó Llop desde Ecuador, donde forma parte junto a su familia del proyecto del Deportivo Santo Domingo de la segunda división.
—¿Cómo se encaraba antes la doble competencia?
—En nuestra etapa jugamos mucho Copa Libertadores. En este tipo de competencias hay que evaluar el sitio geográfico donde se juega, para ver si la logística te permite jugar cada tres o cuatro días. Una cosa es jugar cada tres días, otra cosa es jugar cada cuatro o cinco. Y si te toca la altura, todo se complica mucho más y demanda más tiempo de recuperación. En nuestra época yo jugaba casi siempre, miércoles y domingos. La etapa de la final del 92 yo falté un solo partido en el campeonato, y un solo partido en la Copa. Me sentía bien para hacerlo.
—¿Bielsa les pedía que jueguen o eso salía de los jugadores?
—Generalmente eso pasaba por la planificación del cuerpo técnico. Pero eso también se se habla con los jugadores y con el cuerpo médico. Por ejemplo, hay jugadores que se recuperan más rápido que otros y eso se saca de la evaluación del día a día. Yo creo que a veces el que quiere jugar tiene que mostrarse y el que está con alguna molestia tiene que ser honesto. La mayoría quiere estar siempre y no se puede.
—¿Cuánto tarda en recuperarse un jugador?
—En un inicio de temporada podés jugar cada cuatro días, porque al cuarto el cuerpo ya está recuperado. Pero si ese ritmo es permanente, llega un momento en que hay que hacer una evaluación y ver si es necesario rotar. En estos escenarios, el problema surge cuando te toca cada tres días o menos y si te toca un viaje largo. La geografía en Sudamérica influye mucho.
—Un paso en falso en estas seguidillas puede ser determinante para bien o para mal. ¿Qué debe mirar el DT para seleccionar a los que juegan?
—Ahí es fundamental el grado de conocimiento sobre el plantel. Y el jugador debe ser honesto al momento de contar cómo siente con la acumulación de partidos. El cuerpo tiene que descansar. En eso juega mucho la calidad del plantel y el nivel de los jugadores y del recambio.
—¿Cómo te sentías vos jugando tan seguido?
—En esos momentos tenés que estar diez puntos físicamente. También está la responsabilidad de saber que el descanso es clave para la recuperación. Eso juega cuando hay partidos tan seguidos. A mí me hacía muy bien. Para mí era más lindo jugar que entrenar.
—¿Y en lo colectivo?
—También es fundamental el momento del equipo. En esto, la parte anímica y psicológica juega mucho y es cada vez más importante. Nosotros estábamos peleando los dos frentes y siempre le decíamos técnico cómo nos sentíamos. En la doble competencia, el estado emocional del jugador es muy importante, es determinante. Nosotros estábamos plenos. Estábamos arriba en el torneo y en la Libertadores. En esos momentos lo más importante es estar cerca del jugador y ver cómo está.
—¿Por qué creés que a Newell’s y a la mayoría les cuesta tanto ser competitivos en dos frentes?
—No es sencillo. Las distancias y la geografía en Sudamérica influyen en las planificaciones. Yo dirigí en sitios con altura y eso tiene algo que ver. La calidad y las variantes de un plantel obviamente también marcan las chances de un equipo.
—Vos fuiste el motor de ese Newell’s de los 90’, ¿cómo te lo recuerda la gente?
—Estoy muy feliz y orgulloso de tener ese reconocimiento.
—¿Cómo lo ves a este Newell’s de Heinze con dos frentes?
—Lo que noto desde Ecuador es que hubo una evolución del equipo. Veo muchos jóvenes que están apareciendo. Se ve una idea de juego.
—Por los resultados, ¿tendría que apostar ya por la Copa?
—El torneo es de River. No hay otro equipo como River. El resto está por lo menos un escalón abajo. La Copa Sudamericana es una alternativa más que interesante, y Newell’s está en un grupo en el que puede clasificar y tener expectativas. Igual, todavía no parece tiempo de descuidar ningún frente.
La lupa en Sforza
En la extensa entrevista, Llop también se refirió a Juan Sforza el cinco actual de Newell’s. Una voz más que autorizada. “Sforza es un muy buen jugador, muy interesante y está pasando un excelente momento. Juega, corre bien la cancha y hasta se anima a llegar al gol, fijate que va a todas las pelotas paradas. Claramente, es muy diferente a las características que tuve como jugador. Es un cinco zurdo, que cumple con la tendencia de los últimos años, ya que se buscan jugadores mixtos, que tengan las dos variables”, remarcó el Chocho.
Y recordó entre risas: “Ojo que estuve mirando videos de los 90’ y vi que yo tenía muy buen primer pase, no me equivocaba en eso”. Y agregó: “Por eso, yo le inculco a los volantes que dirijo que es fundamental dársela a un compañero. Es clave, el orden arranca ahí. El tema del traslado y la transición es cada vez más importante, por eso cualquier buen equipo necesita un buen pase inicial”.
Sobre este plantel actual, Llop precisó que “en este Newell’s hay varios jugadores rápidos y hábiles que me gustan como Sordo, Aguirre y Panchito González. Son jugadores modernos que cualquier entrenador quisiera tener. Hoy el fútbol busca velocidad y técnica, y estos jugadores las tienen”.
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