Historias como la de Gabriel Heinze son las que forjan identidad y orgullo en Newell’s. Son credenciales que se nutren de sus raíces, tejen vínculos y se elevan para clarificar senderos. Son señalamientos cargados de autoridad, que atraviesan los tiempos como emotivas moralejas que despejan los nubarrones. Son actos, cada vez más ponderables, en medio de un fútbol cargado de especulaciones, trampas y falta de gestos de este tipo hacia los colores de origen.
Esta etapa le imprime un tinte particular a su capítulo personal en el libro de la pasión leprosa. Erigió un nuevo testimonio de lealtad y compromiso. Muy movilizador para el corazón del hincha. Es que luego de su exitosa trayectoria como jugador, Heinze se animó a poner en riesgo ese texto sagrado, que todavía se está escribiendo junto a la feligresía rojinegra, y al que parece que todavía le faltan muchas páginas por agregar.
Y uno de esos apartados se le deberá dedicar a esta trabajosa victoria 1-0 sobre Vélez en su debut en el Coloso.
Esta relación, entre el DT y su gente, por encima del resultado y el rendimiento de las dos primeras presentaciones, continúa afirmando lazos. Con Platense no se alcanzaron las certezas iniciales y con Vélez se lograron avances importantes. Sin brillo, pero palpables. Evidentemente, por lo que se vio en las tribunas del Coloso, esta afinidad recorre un camino paralelo.
A las 19.55 del viernes, Heinze ingresó a la cancha y el pueblo leproso le regaló una recepción emocionante. Con fuegos artificiales y bengalas desde las tribunas, acompañaron con color y sonidos impactantes.
La gente se asoció con cantos de apoyo al equipo y a su referente. Luego Heinze saludó a parte del cuerpo técnico de Vélez, y antes de pitazo inicial de Espinoza fueron a saludarlo todos los jugadores de Vélez que lo tuvieron en ese club.
El Gringo se envolvió de afecto desde los cuatro costados. Y los dos equipos, y su gente, también le brindaron reconocimiento y tributo.
El Gringo volvió. Y esa acción provocó efectos de gratitud que ya elevan de condición su figura y su ascendencia. Ese posicionamiento le otorga un merecido crédito de cara a lo que puede llegar a venir, que va muy por encima de las actuaciones en Vicente López y en el Parque Independencia.
Este primer partido como entrenador de Newell’s en su casa lo vivió de esa manera, a pura ebullición interna. Siempre parado delante del banco de suplentes. A veces con brazos cruzados. Chiflando cuando quiso realizar una advertencia a sus dirigidos, y aplaudiendo enfáticamente cuando la jugada lo merecía. Insistente. Muy gestual. Fiel a su estilo.
Más allá de haber jugado en los mejores estadios del mundo, el Gringo confesó que antes de salir a la cancha, ahora en este rol de entrenador, todavía sigue sintiendo cosquillas en la panza como en su época de futbolista. Y en cada ensayo, en cada partido, todo lo vinculado a Newell’s lo continúa movilizando. Eso se reflejó en el Coloso.
Luego de una pretemporada y un debut sepia en calidad de visitante que no embelesó desde lo exhibido, tampoco desde el peso nominal de los refuerzos, todas las expectativas en este Newell’s se enfocan y se conducen detrás de la figura de Heinze. Para el hincha, el nuevo técnico sintetiza la esperanza, incluso por encima de los recursos con los que cuenta.
Al final del partido corrió a saludar a Hoyos, para mostrar el tremendo valor de este esforzado triunfo ante Vélez. ¿Nace una cepa gringa de la casta lepra?
Trabajó el sábado
El plantel de Newell’s no tuvo descanso el día posterior a la victoria sobre Vélez y entrenó este sábado por la mañana en el Centro Jorge Griffa. Hoy sí tendrá jornada libre y mañana volverá a juntarse para enfocarse en el partido del sábado contra Defensa y Justicia en Florencio Varela.
Los jugadores se movieron de muy buen ánimo tras el triunfo en el Coloso y, como es lógico, reinaron las sonrisas, aunque también se estaba a la expectativa de los estudios que se le hicieron a Panchito González y que revelaron luego la ruptura de ligamento.
